martes, 9 de septiembre de 2008

SOBRIEDAD (Septiembre 06-08)


1ª. De Tesalonicenses 5:8 Nosotros, en cambio, por ser del día, permanezcamos despiertos (sobrios); revistámonos de la fe y del amor como de una coraza, y sea nuestro casco la esperanza de la salvación.
2ª. De Timoteo 4:5 Por eso debes estar siempre alerta (sobrio) . No hagas caso de tus propias penas, dedícate a tu trabajo de evangelizador, cumple bien tu ministerio.
1ª. De Pedro 1:13 Por tanto, tengan listo su espíritu y estén alerta (sobrios), poniendo toda su esperanza en esta gracia que será para ustedes la venida gloriosa de Cristo Jesús.
1ª. De Pedro 5:8 Sean sobrios y estén vigilantes, porque su enemigo, el diablo, ronda como león rugiente buscando a quién devorar.

moderación.
Acción y efecto de moderar. 2. Cordura, sensatez, templanza en las palabras o acciones.
cordura. Prudencia, buen seso, juicio.

sensato. adj. Prudente, cuerdo, de buen juicio.
templanza. Moderación, sobriedad y continencia.
4. Rel. Una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en moderar los apetitos y el uso excesivo de los sentidos, sujetándolos a la razón. 5. ant. temple (ǁ punto de dureza o elasticidad).

Existen heridas en el cuerpo que tardan años en sanar; hay heridas en el alma que duran toda una vida y nunca sanan.

Las palabras tienen tal poder que pueden sepultar sueños, acabar con la autoestima y desconocer las virtudes de los demás. Esto ocurre diariamente en muchos hogares y empresas, cuando constantemente se mencionan las faltas y nunca se reconocen los talentos o el potencial. Así se destruye la esperanza futura.

Todo lo que decimos, de un modo u otro, vuelve a nosotros. Las palabras son tan poderosas que pueden construir o destruir, aportar soluciones o enfrascarnos en inimaginables problemas. Las palabras son difíciles de controlar porque siempre “brotan” en cualquier circunstancia. Son impulsivas y tremendamente reactivas. Resulta irónico que pensamos dos veces antes de golpea a alguien, pero con qué facilidad podemos decirle muchas cosas desagradables.

Las palabras tienen una relación directa con la ley de la siembra y de la cosecha. A veces, hablamos de la gente y decimos cosas indebidas. A su vez, las personas nos juzgarán como chismosos o habladores y por supuesto, nos sentimos avergonzados. Luego trataremos, con mentiras, de justificar o negar lo dicho, aumentando el problema e iniciando un círculo vicioso de argumentos que no tiene fin. Toma años entender que es más costoso “apagar” la boca que cerrarla.

No todo lo que llega a nuestra mente ha de ser comunicado. Deberíamos escribir y fijar esto en donde lo podamos leer continuamente. Los procesos mentales humanos son rápidos y ante un hecho nos sugieren múltiples interpretaciones, sin embargo, las palabras son medios de expresión y actúan calificando los hechos. La moderación consiste precisamente en saber refrenar las palabras, en saber callar antes que en avergonzar.

Cuando empezamos a controlar, por medio de la moderación, lo que llega a nuestras mentes y que quiere salir a borbotones en forma de palabras, evitaremos afectar a otros. Una vez abrimos la boca y hacemos que el pensamiento se convierta en expresión, los otros pueden sufrir mucho. De modo que podemos vivir privadamente dentro de nosotros mismos, sin afectar a otros.

Al moderar nuestras palabras, evitaremos la angustia que produce haber dicho algo indebido o inoportuno.
La moderación hará que nuestras palabras puedan servir para dar a los demás aliento, vida y consejo sabio.
Cultivar la moderación nos ayudará a entender la vida con la mirada de los sabios.
Al controlar nuestras palabras, y por consiguiente nuestros pensamientos, estamos asumiendo la dirección de nuestra vida.

La moderación implica tres atributos de carácter:

Sabiduría; ya que es esencial crecer en capacidad de reflexión. A fin de cuentas, si no podemos tener algo en nuestra mente y cerrar la boca, no somos dignos de conocer información delicada porque no sabríamos qué hacer con ella.
Integridad; porque la coherencia también tiene que ver con las palabras y se refleja en acciones y pensamientos. Hay quienes quieren ser rectos, pero no cierran la boca y van demasiado lejos divulgando asuntos o temas que terminan por causarles la pérdida de su integridad.
Humildad; al respecto un proverbio dice que es mejor no decir nada y ser considerado tonto, que abrir la boca y eliminar todas las dudas. Una de las expresiones más corrientes en las personas sabias es “No sé”. Hay personas que nunca quieren admitir que no saben. Siempre quieren dar una respuesta. ¿Qué hay de malo en decir “No sé”? Es mejor ser honesto al respecto y no permitirse decir ciertas cosas.

CONCLUSIONES PARA APLICAR:

La moderación es una disciplina y se consigue con la práctica consciente. Para empezar le proponemos:

**Tenga conciencia del poder de sus palabras. Se nos ha dado la habilidad para hacer el bien o el mal a través del poder de la palabra. Nuestro futuro depende de él.
**Practique la amabilidad con otros. Elogiar a las personas, alentarlas y hablar bien de ellas contribuye a construir. A veces no nos alcanzamos a imaginar el efecto duradero de una palabra amable…lo mismo ocurre con un maltrato. En muchas ocasiones este efecto cambia vidas, propósitos y situaciones.
**Sea constructivo con sus palabras. Cuando edificamos recibimos algo en respuesta. Este aspecto está relacionado con una ley crucial: sembrar y cosechar. El tiempo nos puede devolver de acuerdo con lo que hayamos sembrado con nuestra lengua.

Las palabras son importantes porque permanecen en las mentes de las personas. Cuando escribimos son sólo signos: representaciones gráficas. Pero, si las mismas palabras se emiten oralmente, inmediatamente se amarran a toda clase de emociones.

Así que si estamos enojados sobre alguna cosa con alguien y queremos decirlo, es mucho mejor escribirlo. Lo escrito nos da la posibilidad de retractarnos y corregir, pulir y tratar de decir de mejor manera lo que queremos expresar. Al hablar siempre hay una carga emocional que exige que sepamos decir lo que vamos a comunicar.

Asegurémonos de saber lo que decimos porque las palabras quedan por siempre en el aire.

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